Sobre una carpetilla de hilo, el pasado nos endulza las memoria, la mirada y nos trae imágenes cotidianas que valen tanto o más que el oro.
Suelo acariciar la felicidad, rozándolos con mis dedos al pasar.
Entonces vienen a mi memoria los aromas, los colores, el olor de enrredaderas florecidas, mezclándose con el de la ropa caliente, música que endulza ingenuas fantasías, cabelleras largas hasta la cintura, moños, satenes, agua florida y un pequeño ramillete de violetas recién cortadas, de los rincones más húmedos del patio.
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