A veces quisiera encontrarme con una máquina del tiempo. Habitar el pasado que me subyuga y vestime de rosa viejo, pasear en parques con glisinas, bañar mi cuerpo con agua de rosas y sentarme a leer algún poema de amor, protegido por hermosas y labradas tapas de cabretilla, como lo hacía Felicitas, allí por 1889.
Me ha paseado como siempre por este blog caminando de la mano del pasado... encajes, blondas, nacar... permanencia.
ResponderEliminarLas tijeras una preciosidad, delicadas, justo para las manos de una mujer...y no como ahora que parecen estralas... mis besos Rita.