En todos ellos, la brisa del pasado huele a madera, mimbre, pino y a un infinito amor por la vida.
Me agrada la lluvia, el cielo oscuro, el sonido del agua sobre las hojas de los árboles. Nada importa, si a mi alrededor, la vida se viste de rosas rosas.
Con apenas 12 años y sin saber porqué, mi corazón latía con más fuerza cuando lograba verlo en la pantalla grande. Con el paso del tiempo, ya en la televisión, pude ver toda su filmografía y noté que en todos sus personajes, hacía el papel de un hombre ejemplar, intachable, honesto...y más y más lo fui queriendo incondicionalmente. Un amor de fantasía...el primero!
Danza, miradas, latidos que ahogan y quien lo dice...puede que haya romance y hasta boda. Ellos inspiraban y despertaban corazones distraídos. El amor!
Mamá, ya pasó media hora...
No tengo más hambre!
puedo seguir jugando con las muñecas? te prometo que a la noche vuelvo a comer lo que ahora dejo...
Entonces puso su plato sobre la diminuta cocina de lata y entre juego y juego, fue comiendo lo que quedaba.
Ella aromatiza la casa y luego de la cena, sobre un paño verde, las horas pasan con el mismo apuro de ganar el juego.
(Estuches de colección)
Esperar por día a que llegue el cartero. Incluso una novia ansiosa, reclama en la oficina portal, por una misiva prometida. Algunas perfumadas, otras con sobres decorados...letras de tinta y algún pétalo prisionero, entre los pliegues de la carta...
Como diría la tía Pilar..."Se mira y no se toca"
Hay muchas maneras de rozar la ternura...una mirada en comunión con las emociones.
Femenino a más no poder...
Broches con borlas, carpeta de lino, cartera de seda y otra bordada con canutillos. Donde están esas manos dulces, tan sabias y pacientes que casi no las recuerdo?
De niña pelaba las hojas hasta dejar los filamentos intactos. Horas sentada al lado de mi madre, mientras ella le devolvía la vida y el esplendor a pequeños objetos destinados a desaparecer. Algunos llegaban a ser un buen regalo para navidad...
Rosas de hoy, lámpara de ayer...y allí afuera, el olvido carcomiendo el color de la historia. Quien sabe dónde, los carreteles, lloran en silencio.
