28 de septiembre de 2010

AQUÍ EN CASA

Entre tantísimos objetos que guardo celosamente en los rincones de toda mi casa, hay uno que procede de mis abuelos martenos vascos. Unos prismáticos de la primera guerra mundial. Ya no tienen el cuero que resguardaba la parte del contacto con las manos. Son de bronce y colgantes de cuero también. Quiero aclarar, que fueron el juguete más apreciado por mí y los usaba para ver como los pájaros armaban sus nidos, especialmente, los horneros. Jamás los asocié a la muerte o lo bélico...eran mis  caricias lejanas a las pequeñas aves que admiraba a la distancia.

1 comentario:

  1. La dulce inocencia de los niños: "...en verdad, en verdad, os digo que aquél que conserve el niño dentro de su alma, entrará conmigo al Reino de los Cielos" Divinas Palabras del Maestro Divino.
    Cambiaste la muerte por la belleza más pura: observar el vuelo de los pájaros. Ojalá pudiéramos cambiar de la misma forma tantas cosas.
    Besotes

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Un comentario, es una caricia al alma!
Gracias!