Acontecimientos que no solo alteraban el seno familiar, sino toda la comunidad también. Casarse en aquellos tiempos, era un paso que llevaba meses o años de preparativos. Nada quedaba librado a la suerte, todo estaba meticulosamente pensado, con una gran carga de ilusión, un entusiasmo compartido y deseos que se multiplicaban por decenas, entre los conocidos de la pareja, parientes y vecinos ansiosos.
Una fiesta para el alma de todos los conocidos y los no tan conocidos.
Un casamiento sacaba de la rutina a todo un pueblo sin otra cosa más que festejar o espiar, sin ser invitado.
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